Ficha de partido: 02.02.1941: Valencia CF 3 - 0 RCD Espanyol

Ficha de partido

Valencia CF
Valencia CF
3 - 0
RCD Espanyol
RCD Espanyol

Equipos titulares

Timeline del partido

escudo local
Inicio del partido
0'
escudo visitante
Epi Fernández
27'
Guillermo Gorostiza
43'
Descanso
45'
Amadeo Ibáñez
61'
Final del partido
90'

Estadio



Nombre: Mestalla
Aforo: 55.000 espectadores
Ubicación: Valencia (Valencia) 
Inauguración: 20/05/1923

Rival: RCD Espanyol

Records vs RCD Espanyol

Máximo goleador: Mundo Suárez (21 goles)
Goleador rival: Prat (9 goles)
Mayor victoria: 4 - 0 (19.10.2003)
Mayor derrota: 0 - 7 (10.06.1928)
Más repetido: 2-1 (25 veces)

Crónica

Una gran victoria valenciana, aunque no un gran partido de fútbol. Desde luego, el Valencia ganó bien, ganó merecidamente. Si en el primer tiempo la marcha del encuentro no justificó, precisamente, el claro margen logrado, la actuación de los "merengues" levantinos en el segundo fue lo bastante brillante y acertada como para que no se pueda poner el más mínimo reparo a la nitidez de su victoria.

Pocos minutos iban jugados cuando Gonzalvo, ese animador formidable con que cuenta la delantera blanquiazul, lanzó un tiro de esos que justifican todos los adjetivos. Yo no sé si fue o no colocado, ni si su autor tenía o no intención de pegar materialmente el cuero a la cruz del maderamen; pero lo cierto es que el balón impulsado con potencia enorme, tomó altura y se iba a colar por el mismísimo ángulo, cuando Pío, más que en brillante estirada, en auténtico vuelo planeado, se levantó del césped, tendió los brazos y componiendo la figura como si se tratara de una exhibición ante la máquina tomavistas, atenazó el cuero, rodó por el suelo y salvó el tanto, mientras una de esas ovaciones que no se sabe si encuentran su cálido rumor en el batir de palmas o en el acelerado latido de los corazones, se iniciabe en el campo y se perdía en los ámbitos azules, en entusiasta cántico a la gran jugada.

Fue un presagio de lo que luego iba a ocurrir. El Español había creado en vano el momento más auténticamente peligroso de la tarde. Poco después, Chas, solo ante el meta, falló el remate. Insistió en la jugada y Pío se jugó la cara y salvó nuevamente su meta.

Y comenzó entonces el peligroso deslizar por el plano inclinado que desembocaba en las derrotas. Primero, una disminución en la brillantez del juego hasta entonces magnífico. Luego, un bajón en el tren a que se llevaba el encuentro. Más tarde, hizo su aparición el desnivel en el dominio territorial. Era el principio del fin.

Falta de agilidad y de decisión en la línea delantera, el bregar duro y enérgico de la media no bastó a romper el juego de los atacantes valencianos, quienes a cada instante que transcurría, mejor apoyados en su media, se hicieron los amos del campo.

Un lío ante la meta españolista fue aprovechado por Epi, quien habiéndose corrido al centro, recogió un rebote y lanzó un tiro potente, aunque no demasiado difícil, pero tuvo la suerte de que un pie tocara el balón, y éste, burlando la buena colocación de Martorell, fue lentamente a la red.

Antes de llegar al descanso, Gorostiza llegó ante la meta españolista y, tirando con la derecha, previo un cambio de pie que no dejó la menor posibilidad al portero blanquiazul, consiguió el segundo tanto. El campo amenazó con venirse abajo.

Durante el descanso, vimos a los muchachos del Español en el vestuario y comprendimos qué bien que faltaran todavía cuarenta y cinco minutos de juego, el partido estaba prácticamente terminado. La atmósfera allí reinante no dejaba lugar a la menor duda. En los ánimos de todos y cada uno, estaba el convencimiento de que el solo intento de remontar la ventaja era inútil.

Y así fue. El Valencia mandó en esta segunda parte, como le vino en gana, hasta el punto de que, además de añadir un nuevo tanto al marcador, que quedó estabilizado en un tres a cero rotundo por obra de Amadeo, al rematar un balón que se estrelló en la cara inferior del larguero, después de un córner, para ir a la red, además de asegurarse el triunfo, se lanzó a un juego de filigrana, que el Español, descordado, nada pudo oponer. Un único remate de Chas dio en el larguero.

Dominó el Valencia. Impuso un juego que no fue, desde luego, ni un prodigio de precisión, ni un acierto de brillantez, pero sí un juego dominador, en el que las genialidades de un Epi y un Iturraspe, la decidida y ágil seguridad de la defensa, el juego fino de Amadeo, y la segura elegancia de Pío, bastaron a dar toda la calidad necesaria, para que si al hablar del triunfo del Valencia, no se pueda decir que fue fruto de un gran partido, haya de admitirse que la limpieza del resultado no puede ser empañada por considerandos más o menos sofísticos.